p.
Todo va como en el ajedrez ortodoxo, excepto por un detalle:
en cada turno, un jugador tiene derecho a rechazar como máximo una jugada
del oponente. Para rechazar un movimiento, vuelva a reproducirlo al revés.
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Todo va como en el ajedrez ortodoxo, excepto por un detalle:
en cada turno, un jugador tiene derecho a rechazar como máximo una jugada
del oponente. Para rechazar un movimiento, vuelva a reproducirlo al revés.